
Anáhuac, N.L.- El municipio fronterizo de Anáhuac ha sido reportado oficialmente en sequía extrema (D3), según el más reciente informe del Monitor de Sequía en México, encendiendo las alertas al norte del estado de Nuevo León.
La falta de lluvias y el prolongado periodo de clima seco han generado condiciones críticas, caracterizadas por una disminución drástica en los niveles de precipitación, lo que ha provocado pérdidas severas en cultivos y pastos, así como un alto riesgo de incendios y una escasez generalizada de agua.
Sequía extrema en Anáhuac: consecuencias graves para el campo
Este nivel de sequía, clasificado como D3, impacta fuertemente la actividad agropecuaria. La escasez de agua ya obliga a los productores a limitar voluntariamente el consumo, debido a los bajos niveles de ríos, abrevaderos, pozos y embalses.
La situación recuerda al año 2023, cuando la sequía causó la pérdida de hasta 30% de las 600 mil cabezas de ganado en Nuevo León, de acuerdo con asociaciones ganaderas y dependencias gubernamentales.
“Decidí vender mejor mis cabezas de cabra antes de que el precio bajé por la sequía. Sólo me quedaré con una vaquita porque está preñada”, relató Erasmo Zavala, ejidatario de la región.
Municipios con sequía moderada: Vallecillos y Parás en bandera amarilla
Además de Anáhuac, los municipios de Vallecillos y Parás también presentan condiciones preocupantes, aunque en un nivel de sequía moderada, siendo clasificados con bandera amarilla.
Estas zonas también registran afectaciones en cultivos y pastizales, lo cual genera presión sobre los recursos hídricos y obliga a los productores a tomar medidas preventivas para evitar pérdidas mayores.
Ganadería en crisis por falta de agua
Según el Centro de Investigación en Producción Agropecuaria (CIPA) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), un bovino adulto requiere entre 26 y 70 litros de agua al día, mientras que una vaca lechera necesita entre 38 y 110 litros diarios, especialmente si está preñada.
La disminución en la ingesta de agua y pasto provoca una pérdida mensual de entre 8 y 10 kilogramos de peso por animal, lo que obliga a los ganaderos a reducir sus hatos mediante venta o traslado fuera del estado.