La caída de Assad y el reciente ataque de los insurgentes a Damasco reflejan los drásticos cambios que están ocurriendo en Siria.
Miles de sirios se congregaron en la emblemática Mezquita Omeya de Damasco y en diversas ciudades del país para celebrar la histórica caída del régimen de Bashar Assad. Tras años de conflicto y represión, los insurgentes lograron derrocar al presidente, marcando el inicio de lo que muchos consideran una nueva etapa de libertad, dignidad y justicia en Siria.
La jornada estuvo marcada por las primeras oraciones del viernes desde la caída de Assad. En un acto simbólico, el recién designado primer ministro interino, Mohammed al-Bashir, lideró un sermón en la Mezquita Omeya, un monumento histórico y religioso que representa el corazón de la cultura siria. Durante su intervención, al-Bashir subrayó que este momento pone fin a décadas de autoritarismo y abre paso a una Siria más inclusiva y democrática.
El derrocamiento de Bashar Assad y el avance de los insurgentes hacia Damasco destacan los profundos cambios que se están gestando en el país. La caída del régimen simboliza una victoria significativa para las fuerzas opositoras, que ahora enfrentan el reto de reconstruir una nación devastada por años de conflicto.
En medio de las celebraciones, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, realizó una visita clave a la región. En reuniones con aliados en Jordania, Turquía e Irak, Blinken hizo un llamado a la creación de un gobierno interino que sea inclusivo y no sectario, garantizando la protección de los derechos de las minorías y de las mujeres. Este enfoque busca evitar divisiones y asegurar una transición pacífica y justa.