ESTADOS UNIDOS.- No sólo el beisbol mexicano está de luto.
Lo están también las Ligas Mayores, y las latinoamericanas, que fue a las que Fernando Valenzuela le abrió las puertas con su impresionante ingreso al beisbol de la Gran Carpa.
El legendario lanzador mexicano falleció ayer en Los Ángeles a los 63 años de edad, y se recuerda ese gran legado que deja en su paso por las Grandes Ligas.
El zurdo de Sonora, México, ha sido el pelotero más importante de México en las Grandes Ligas estadounidenses y el único que tiene su número retirado con un equipo. Los Dodgers se lo retiraron el 11 de agosto de 2023, tras jugar por última vez con ellos en 1990, siete años antes de lanzar en su último partido el 14 de julio de 1997 con los Cardenales de San Luis.
Fue convocado a seis ediciones del Juego de Estrellas, ganó dos veces el Bate de Plata y en una el Guante de Oro.
Valenzuela siempre será recordado como un gran Dodger, donde jugó 11 años, incluyendo su primera temporada completa, en 1981, cuando logró una de las actuaciones más grandiosas de un novato en la historia del beisbol.
Debutó a los 19 años de edad en las últimas dos semanas del torneo de 1980, cuando los Dodgers perdieron la División Oeste por un juego ante los Astros de Houston, ganó lanzando la ruta completa en sus primeras ocho salidas de su primera temporada completa. El zurdo tuvo marca de 8-0, cinco blanqueadas, efectividad de 0.50, 68 ponches y 17 boletos gratis en 72.0 entradas), lo que desató un furor en California y el resto de la nación que fue bautizado como “Fernandomanía“.
Una huelga de peloteros (entre el 12 de junio y el 10 de agosto) le quitó la oportunidad para acumular números más voluminosos, pero para nada le restó espectacularidad a uno de los debuts más sobresalientes de todos los tiempos.
“El Toro” tuvo récord de 13-7 y lideró la Liga Nacional con 25 salidas, 11 juegos completos, ocho blanqueadas, 180 ponches y 192.1 entradas; ganó los premios Cy Young y Novato del Año (hasta ahora el único pitcher que consiguió ambos premios el mismo año) y ayudó a los Dodgers a vencer a sus odiados rivales New York Yankees en la Serie Mundial.
En el juego tres del clásico de otoño, Valenzuela laboró juego completo para derrotar a Dave Righetti, evitar que Los Angeles cayera a 0-3 y marcar la ruta al quinto cetro de la franquicia y el cuarto desde que se mudó de Brooklyn, Nueva York, a California en 1957.
“Lo que hizo Fernando en 1981 fue algo grandioso, no solamente por sus números, sino porque abrió las puertas del béisbol en muchos lugares donde antes no era tan popular, incluyendo México. El deporte del béisbol era una cosa y ha sido otra desde el debut de Valenzuela”, dijo el retirado narrador ecuatoriano de los Dodgers, Jaime Jarrín, un miembro del Salón de la Fama de Cooperstown.”.
“Valenzuela fue más que un pelotero en 1981. La gente tenía hasta escapularios con su foto. Fue algo que sobrepasó el fanatismo conocido hasta entonces”, dijo Jarrín, quien compartió la cabina de los Dodgers con Venezuela hasta su retiro hace dos años.