
En medio del caos de un enclave destrozado por la guerra, Zainab Abu Halib, una bebé de apenas cinco meses, se convirtió en otro número más de la tragedia humanitaria en Gaza. Su madre la besó por última vez en el Hospital Nasser, donde fue declarada muerta por desnutrición severa.
Zainab pesaba menos que al nacer, con apenas dos kilos. Su cuerpo, frágil y huesudo, era testimonio de un sistema humanitario colapsado.
“Era un caso de inanición severa, severa”, dijo el doctor Ahmed al-Farah, jefe del área pediátrica. Añadió que Zainab no sufría enfermedades, pero su alergia a la leche de vaca requería una fórmula especial que no está disponible en Gaza.
En las últimas tres semanas, 85 niños y 42 adultos han muerto en Gaza por causas vinculadas a la desnutrición, según el Ministerio de Salud del territorio. Los doctores advierten que el número seguirá creciendo. “A menos que se abran los cruces y llegue ayuda adecuada, veremos cifras sin precedentes de muertes infantiles”, alertó al-Farah.
La madre de Zainab, también desnutrida, solo pudo amamantar a su hija durante seis semanas antes de depender de fórmulas inexistentes en la región. “Nuestros hijos se han convertido en números”, lamentó, vestida con una túnica que oculta su deterioro físico. “Con la muerte de mi hija, vendrán más. Nadie ve sus nombres.”
Israel, bajo presión internacional, ha permitido la entrada de apenas una fracción de la ayuda necesaria. De los 500 a 600 camiones diarios que la ONU considera mínimos, solo ingresan en promedio 69. Muchos de esos recursos son saqueados antes de su distribución. Mientras tanto, el hambre se extiende y los hospitales colapsan.