
Estados Unidos cumple 24 años del 11-S con un sistema de seguridad más amplio y tecnológico que en 2001, pero las agencias reconocen que el riesgo sigue siendo alto. Según el Homeland Threat Assessment 2025, las amenazas provienen de agresores solitarios, grupos pequeños, ciberataques y conflictos externos.
El Sistema Nacional de Asesoría sobre Terrorismo (NTAS) advierte sobre la posible influencia de Irán y extremistas motivados por antisemitismo o sentimientos antiisraelíes. Además, la Casa Blanca alerta sobre ataques con drones, especialmente contra concentraciones masivas e infraestructura crítica.
El FBI y sus equipos conjuntos de contra-terrorismo (JTTF) trabajan con policías locales y estatales para detectar y prevenir ataques. La TSA ha modernizado los controles en aeropuertos con tecnología de reconocimiento facial, mientras que la ciberseguridad sigue siendo una prioridad frente a amenazas de China, Rusia e Irán.
Pese a los avances, la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) señala que aún hay recomendaciones pendientes para medir la eficacia conjunta de DHS y FBI contra el extremismo violento. Las autoridades destacan que los ataques más peligrosos hoy son los rápidos, descentralizados y difíciles de detectar, combinando agresores solitarios, drones y operaciones ciberfísicas.