
El viernes, un fuerte terremoto de magnitud 7,7 sacudió Myanmar, dejando un saldo devastador de más de 1,700 muertos, 3,400 heridos y 300 desaparecidos. El sismo, seguido por una réplica de magnitud 6,7, afectó principalmente la región central del país, incluyendo la ciudad de Mandalay, donde el colapso de edificios residenciales y puentes aumentó la desesperación de la población.
Crisis humanitaria y llamado internacional
Organismos internacionales han advertido que Myanmar carece de los recursos necesarios para enfrentar una crisis de tal magnitud. Ante la grave situación, la comunidad internacional ha hecho un llamado urgente para enviar ayuda humanitaria. La magnitud real de la catástrofe aún es incierta, ya que muchas zonas afectadas son de difícil acceso debido al conflicto civil que atraviesa el país desde el golpe de Estado de 2021.
Riesgo sísmico y número de víctimas podría aumentar
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el número de víctimas podría oscilar entre 10 mil y 100 mil personas. Esta proyección se debe a que una parte significativa de la población vive cerca de la falla de Sagaing, una fractura geológica que separa dos placas tectónicas, lo que aumenta el riesgo de sismos de gran magnitud.
Esfuerzos de rescate en Mandalay
En Mandalay, los equipos de emergencia continúan los esfuerzos de rescate en busca de sobrevivientes. Entre las víctimas atrapadas se encuentran monjes budistas que estaban en un edificio colapsado durante el sismo. La situación en Myanmar se agrava aún más debido al deterioro de su sistema de salud, ya golpeado por el conflicto interno.
El terremoto en Myanmar representa una de las peores tragedias en la historia reciente del país. La comunidad internacional ha manifestado su preocupación y se espera una respuesta rápida para mitigar el impacto de esta catástrofe. Mientras tanto, las labores de rescate y la asistencia humanitaria siguen siendo la principal prioridad en la región.