Bogotá. – El retorno de 201 colombianos deportados desde Estados Unidos desató una ola de denuncias sobre el trato recibido durante su detención, en el marco de las políticas migratorias implementadas por el expresidente Donald Trump.
“Esto no es un sueño americano, es una pesadilla”, expresó Carlos Gómez, uno de los deportados, al describir su experiencia en los centros de detención. “No sabíamos si era de día o de noche, la comida estaba dañada, y el trato era peor que el de un preso”, agregó. Gómez narró cómo su hijo de 17 años, con quien migró hace dos semanas, fue esposado durante el traslado. “‘Papi, me duele’, me decía llorando”, relató.
El retorno de los migrantes ocurrió tras una breve crisis diplomática entre el presidente colombiano Gustavo Petro y Donald Trump, quien recientemente retomó el liderazgo en Washington con medidas de mano dura contra la migración irregular. Petro exigió condiciones dignas para los repatriados, como evitar el uso de esposas.
En el aeropuerto El Dorado de Bogotá, las imágenes mostraron a los deportados —incluidos 21 niños y dos mujeres embarazadas— saliendo desprovistos de pertenencias, incluso de los cordones de sus zapatos. “No son criminales”, enfatizó el canciller Luis Gilberto Murillo, quien aseguró que los retornados no tienen pendientes judiciales ni en Colombia ni en Estados Unidos.
La disputa alcanzó una escala regional, con otros gobiernos latinoamericanos alzando la voz. En Brasil y Honduras, se convocaron reuniones para exigir explicaciones sobre el trato “denigrante” recibido por los migrantes.
Mientras tanto, el gobierno colombiano anunció un “plan de crédito accesible” para apoyar la reintegración de los deportados. “Son colombianos, son libres y dignos. Aquí se les quiere y se les dará apoyo para progresar”, afirmó Petro.
El incidente refleja el desafío de la región frente a políticas migratorias restrictivas y destaca la necesidad de soluciones integrales para la crisis migratoria en el continente.